Se presentan los textos escritos por los niños en el tendedero, lo cual resulta atractivo para los estudiantes siendo ellos mismos los que toman el espacio y comienzan a tender sus textos y representaciones.
Lamentablemente la calidad de los comentarios sobre el texto son las que hacen de esta actividad un desafío. Nos encontramos con niños que traen dos o tres líneas, donde la apreciación de lo leído pasa a ser: "Me gustó el poema porque es de Valparaíso" y ya.
En este momento comienzo a pensar que quizás para la edad de los estudiantes, la instrucción debió haber sido más explícita, con exigencias en cuanto a la extensión del texto y propiciar así la creatividad.
Eligen un texto de un compañero y lo leen, tardan muchísimo en esta labor, y los textos al ser tan cortos no dan para poder crear algo, entonces se toma la decisión de que cada niño explique oralmente su producción. Así pasan a dibujar lo que quiso decir el compañero, haciendo preguntas al compañero sobre su texto. Finalmente se pregunta a los alumnos de posibles ideas para trabajar con nuestro texto.
Reflexión
La sesión me permite reflexionar en torno a las capacidades poco explotadas de producción de textos. Los niños no están habituados a escribir, a expresarse mediante la escritura y a hacer interpretaciones profundas de lo que escuchan.
En la oralidad encontramos una fortaleza, ya que son capaces de expresar oralmente su pensar sobre el texto y todo lo que éste les inspira.
Tengo el desafío entonces de poder lograr que ellos usen sus herramientas orales para poder producir textos de calidad y expresarse adecuadamente mediante la escritura.
En cuanto a su concepción de grupo y ver si los vecinos hablaron, creo que se debe sistematizar la estrategia en más clases, para que sea significativa y logre ser aprendida al final del taller.
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